domingo, 29 de abril de 2018

SARMIENTOS


Yo soy la vid
y vosotros los sarmientos…
(Jn. 15, 1-8)


Tú, ungido en lo más profundo de nuestra humanidad,
vencedor de pasión y muerte,
eres el cumplimiento de la fidelidad a Dios,
consumación de tu inseparable generosidad.

Con inmenso amor de Dios humanizado,
eres la vid plantada por el Padre
en nuestra estepa árida,
por encima de cierzos y heladas…

Tu eres la cepa, armonía de Padre e Hijo,
que cobra todo su sentido
cuando la savia irrumpe en nuestro linaje.

Los sarmientos podados en el amor
del labrador,
invaden de fruto abundante la viña.

Nos lo dejaste dicho en tu Cena pascual,
cuando vid y sarmientos soñaron
con el vino sabroso que anestesia egoísmos,
y cobardías, y miedos…

Nuestras yemas no se secarán jamás.
¡Palabra de la vid!
Son retoños que fructificarán injertados en Tí,
inmunizados con tu gloria de viñador.

Gracias, amor de Dios,
porque en nuestra estepa árida has plantado tu vid,
por encima de cierzos y heladas…

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