martes, 20 de febrero de 2018

HUGOLANDIA 4


Última entrega del Epílogo a mi reciente libro “Hugolandia. Cosas del abuelo Paco” .


7.- Sed felices siguiendo los ritmos que acompañan a los niños en su crecimiento.

Respetad sus ritmos, tanto del sueño como de la alimentación, del ejercicio físico… y de la autoafirmación que irán adquiriendo con los años. Vuestros hijos van quemando etapas en sus ritmos biológicos, y debéis de acompañarles siguiendo las pautas que genera su “cole”: estudio, deporte, actividades extraescolares, amistades… Con vuestro gozo y comprensión, iniciadles en su proceso creciente de autonomía, que debe ser animada por el espíritu de austeridad transparente en la familia. Que se sientan valorados por vosotros mismos desde su tierna edad en el propio desarrollo de sus habilidades socioemocionales. Es ahí donde ha de fomentarse la autoestima y la curiosidad en su relación grupal. Fundamental, para integrarse como personas, pasito a pasito.

8.- Y sed felices creando en su entorno espacios de silencio.

Hoy, los niños “malviven” en medio de nuestra sociedad agobiada por la contaminación acústica: ruidos de la ciudad con perforadoras industriales y aglomeraciones en el tráfico de autobuses y coches, ruidos en las “colmenas” playeras y grandes almacenes, en las salas de juegos, en festejos vecinales, en discotecas (¡ya hasta infantiles!)... a los que se suman, para colmo, la constante “invasión de decibelios” de las teles en casa. ¡Ruidos, ruidos, ruidos! Ante tal impacto a que están sometidos los niños, como foco de ansiedad y traumas en su sistema nervioso, urge adiestrar a vuestros niños en el arte del silencio en la misma casa, en diversos momentos del día. Es más, acostumbradlos al senderismo donde puedan “vivir”  la belleza acústica de los bosques con sus brisas, o el canto de los pajarillos, de las fuentes, de los ríos…

No olvidéis, padres, que, aunque suene a tópico, los niños son cera moldeable en un principio, y esponja que absorbe todo… Acompañadles en sus nuevos retos, sabiendo que el mejor aprendizaje de vuestros niños emerge, como en simbiosis de vida, en el hogar y en el aula. En la medida de vuestras posibilidades, reforzad la relación familia-escuela. Suscitad en ellos emociones positivas que les ayuden a caminar en valores.  Esforzaos siempre en este camino de educación filial que está sembrado de rosas, bien a pesar de sus espinas… y ¡cosecharéis personas ejemplares que dignifiquen la agitada y traumatizante sociedad que vivimos!





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