viernes, 20 de octubre de 2017

¿SERÁ POSIBLE, SR. PUIGDEMONT?

CARTA ABIERTA A PUIGDEMONT


       Dicen que el lebrel que corre al mismo tiempo tras dos liebres, no sólo pierde las dos liebres, sino que además acaba reventado. ¿No será eso lo que le pasa a Ud., estimado President de la Generalitat,  "atrapado entre dos fuegos", según leíamos hace días en Le Monde? En este sentido, y siguiendo a la prensa francesa,  Ud. está haciendo siempre sus discursos o pronunciamientos en “oxímoron”, (contradictio in terminis que se diría en latín), afirmando, por un lado, el derecho a la independencia de Cataluña, y, por otro lado, pidiendo diálogo y asegurando la proclamación y votación del  independentismo “si el gobierno español aplica el artículo 155 de la Constitución”…, y siempre en espera de una mediación internacional,  que como bien sabe no se dará.
       En definitiva, Sr. Puigdemont, exceso de insensatez, expectativa ciega y contumaz, chantaje en continua sonata… Y tras el telón, el inmenso dolor que está infringiendo en la mayoría de sufridos catalanes y de una España no menos sufriente.
       El hecho es que la paz política y social que se logró en el 78, vencida ya la Dictadura, la ha roto Ud. ahora con los suyos. Tal violación ha convertido en perplejidad y angustia la feliz y secular rojigualda pretendidamente secuestrada. Y disfraza  la sedición, con la exigencia de dialogo y mediación, por más que le atruenen en sus oídos las voces de  legalidad y sensatez que pide el resto de la España unida y los países allende los Pirineos.
       Es un hecho que el aire político en nuestra patria sigue siendo irrespirable, que huele a preguerra civil, como se lee en más de un rotativo extranjero. Ud y los suyos se han salido de madre (¡nunca mejor dicho!) y pretenden, en su vulneración constante de la Ley, llevarnos a todos al precipicio entre la España que muere y la otra que bosteza… en palabras de Machado, hace un siglo.
Son muchos los años que venimos conviviendo -¿malviviendo?- con los que refutan y hasta odian la Ley Constitucional. Mientras unos defendemos la Ley (con sus mutatis mutandis en el marco de la legalidad), Udes. defienden  la  sedición, la insurrección, la rebeldía. Y ese “Udes.” tiene caras muy concretas: Puigdemont, Ud. el primero, seguido de los señores Junqueras, Forcadell, Trapero, Sánchez, Cuixart…,  incendiarios todos de la calle, al estilo de quienes provocaron el terrible terrorismo forestal de España y Portugal, con muertes incluidas. 

       Estamos, pues,  ante la más grave crisis del sistema constitucional. Se oye en todas las esquinas. Entre la vecindad catalana se está rompiendo la convivencia, se estafa la Ley y al poder legislativo le ponen trampas, con la pretensión de forzar a los “españolitos” catalanes a hacer mutis por el foro... mientras Uds. pueden campear por sus fueros. No hay más que observar cómo en ese lugar sagrado del Parlament tratan de silenciar a la oposición , delante y detrás  del pucherazo del 1-O ilegal.
¿Adónde vamos, pues, ante un poder que dice no reconocer límite alguno en la Ley? ¿A dividir familias en la Catalunya amada? ¿A castigar más y más el proceso turístico del país contra el propio tejido productivo? ¿A contemplar las operaciones de traslado, a día de hoy, de más de un millar de empresas que emigran a Madrid, Valencia, Alicante, Navarra, Zaragoza… para defender su potencial económico y su propia clientela?
       Como patriota (¡y no facha!), que somos millones, le ruego, Sr. Puigdemont que rectifique que es de sabios, y la historia le aplaudirá. Póngase de pie en la tribuna de nuestro Parlamento, en el marco de la legalidad, y no escuche los gritos ni gestos de sus correligionarios que son “el alma de los cobardes”, en palabras del laureado escritor. O en palabras del Crucificado, que  “no saben lo que hacen”.
       Por otra parte, como creyente comprometido, le manifiesto mi vergüenza y escándalo  por algún sector de la Iglesia, con Xavier Novell, obispo de Solsona, a la cabeza, que ha dado cuerda a la minoría anarcoindependentista que Ud. aplaude, con palabras entre otras cosas, tildando a la Guardia Civil y la Policía de "guerrillas policiales" y hechos como luciendo su voto desleal. O tras la bufonada del párroco de Vila-Rodona, revestido de alba y estola, mientras en su iglesia se hacía el recuento de votos del referéndum ilegal. A Dios gracias que el episcopado en general y algunos abades y abadesas se ha mostrando con inmensa mesura y sentido evangélico, ante los acontecimientos secesionistas. 
      También como pedagogo, le recuerdo que el sistema educativo catalán sigue haciendo  oídos sordos ante la siembra de cizaña en la infancia y adolescencia desprotegidas en sus aulas. A sabiendas de que quien siembra vientos en los niños recoge tempestades en mozalbetes.
Desde el desafío secesionista del estafador 1-O, enarbolo, sin embargo, la bandera de la esperanza. La lealtad a España ha salido de su silencio y ha bendecido la “Resistencia Catalana” que lidera el joven periodista Jaume Vives, entre otro que no empuñarán más armas que la Palabra constitucional con la bandera rojigualda y la señera de Cataluña, siempre hermanadas… ¡Y hasta el buen humor!
       Finalmente, como humano, condeno, por supuesto, todo acto de violencia por una y otra parte, así como la inhibición de los Mossos d’Escuadra que se alinearon con los golpistas, a pesar de las órdenes judiciales. También, censuro el retraso excesivo en la aplicación del artículo constitucional 155. Y tanto tiempo perdido, cuando todo se veía venir. Lo peor es que casi todas las asideras están ya demasiado chamuscadas como para agarrarse a ellas, a manera de salvavidas. Con todo mantengo mi confianza en la proporcionalidad y firmeza de nuestro Gobierno. Y en la sensatez del pueblo catalán y español.
       Termino. No intente ir tras las dos liebres a un tiempo. Que va a terminar Ud, “reventado”… luchando por una republica independiente con derecho a cocina, como escribía en IDEAL el admirado periodista Manuel Alcántara. Ud. Sr. Puigdemont, ha querido emular a Lluís Companys y lo ha superado en sus errores... ¿Ha pensado Ud. en quién restañará la inmensa herida abierta en nuestra adorable piel de toro?     
  Como buen español que adora Cataluña, confío poder volver a gozar del consenso total de  todas las fuerzas políticas, defendiendo la unidad territorial y siguiendo la lucha leal, Gobierno al frente, contra la desigualdad de género, contra el paro y la contratación temporal, contra la pobreza infantil y el riesgo de exclusión, etc, etc. ¿Será posible, Sr. Puigdemont?

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