miércoles, 3 de mayo de 2017

LEER Y GOZAR



En 1904, escribía Franz Kafka a su íntimo amigo Oskar Pollak que un libro ha de “morder  y pinchar”,  hasta tal punto que  “si el libro que estamos leyendo no nos obliga a despertarnos como un puñetazo en la cara, ¿para qué molestarnos en leerlo?” Y se manifiesta contundente al asegurar que “seríamos igualmente felices, si no tuviéramos ningún libro”...  
En mis tiempos jóvenes de estudiante de filosofía,  tales aforismos kafkianos no reclamaban mi atención crítica, tal vez porque en aquellos años mozos admiraba sobre manera al novelista checo de origen judío, tan influyente en la literatura universal.
Hoy al releer la carta a Pollak, no quisiera pecar de presuntuoso. Pero confieso mi discrepancia con esos postulados,  tal vez porque caminando ya en la septuagésima etapa de mi vida, he vivido la feliz experiencia de visitar, cada año, la siempre tumultuosa Feria granadina del Libro y haber presentado durante un largo lustro, en la extinta Sala Cultural Nueva Gala, una centena de libros (novelas, poemarios, historias…)  cuya lectura  nunca “golpeaba como una desgracia dolorosa”, en frase de Kafka, bien al contrario era -y es- el camino para cargar las pilas de nuestra sabiduría particular.
Leer es gozar siempre de un oasis, sea cual fuere, frente a las inevitables horas difíciles de la vida cotidiana.  Es abrirse al mundo del autor para llenarnos de sus emociones y sentimientos, y tratar de escudriñar en su verdad para transportarla a nuestra mente, sin más exigencias kafkianas.
Es éste mi sentimiento, al leer “Crónicas y confidencias de mi ayer” (Gami Editorial, 2016). Sin pretensiones de incentivar la retorica personal, su autor Antonio Martínez viene a estimular nuestra mente y nuestro corazón. Así, la historia sociopolítica y la propia intrahistoria familiar las conduce por derroteros literarios, con genialidad excepcional. Sin falacias ni artificios literarios… Leer su libro, sin duda, es un guiño a la concordia… No muerde ni pincha, a lo Kafka. Pero es gozar.  Simplemente, gozar. 
Antonio, ha sabido hermanar bien historia y novela, sin desdeño de la autenticidad. No es fácil aunar estos dos mundos literarios, con la perspectiva estética de que ha sido capaz. 
Ante este trozo de vida, de cuatrocientas páginas,  vacío de toda prisa y marcado por la sensatez, me olvido de las “frases ya hechas” para tratar de enriquecer su publicidad. El libro habla gozosamente por sí solo. Y, sin duda, nace con vocación de agotarse pronto, por designio “de-las-cosas-bien-hechas”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario