jueves, 5 de enero de 2017

DESGARRO

Tarde de estreno enero. Tarde  
de inocente griterío, de sorpresas y juguetes,
tarde de serpentinas y caramelos. Tarde
de frío, mucho frío con mil gotas
jugando a nieve.

Plazas, calles, alamedas
bullen con griterío
de niños.
Toyotas, mercedes, audis…
en peleas de claxon y asfalto inhumano.
Entre las rendijas de codazos y la indiferencia,
desde mi volante, veo a ratos,
sólo a ratos,
al mendigo cabizbajo, colilla entre labios,
atuendo a jirones, mochila sobre lomo desgarrado.

Un hombre, con arte de mezclar los sucios
e indecisos pasos
con el sucio e impreciso suelo.
Mirada perdida en el absurdo navideño…
Y gentes más perdidas entre celofanes
con sabor a no menos absurdos euros.

Detengo mi volante. Trato de aparcar
para conseguirle un calzado digno.
Por detrás  me gritan con parpadeo vecino,
insistentemente… Acelero.
Tarde de prisas, como todas las mañanas,
como todas las tardes.

Aquel hombre quedó atrás con su silencio,
su pasamontañas viejo y negro,
su colilla entre labios ya apagada,
los raídos calcetines de sus pies
arrastrados fríamente por el suelo…

Y en el escaparate de la izquierda, lleno de gente,
lucen  estrellas, pastores, magos,
y bellos niños recostados
                       en la ternura de pesebres.

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