sábado, 31 de diciembre de 2016

AÑO NUEVO


Señor, has venido,
y te cantamos villancicos,
No faltan luces ni guirnaldas
entre el buey y la mula.

En tu portal nos encontramos muy a gusto. 
Hasta nos sentimos más hermanos.
Pero por otros años sabemos
que la carrera del tiempo
nos hará sus nuevas jugadas…

Sigue viniendo a nosotros, Señor.
No adormezcas en tu pesebre,
como algún día
sobre el cabezal de la barca de Pedro.

Sigue siendo nuestro anfitrión,
vecino de nuestras nuevas penas,
de nuestros nuevos errores,
también de nuestras nuevas alegrías.

Que siempre amanezca tu sol
sobre los posibles nubarrones del año nuevo  

que hoy  inauguramos
Que tu luna clara no deje de alumbrar la oscuridad
de nuestras noches,
a pesar de nosotros.

Sólo así nuestra esperanza,
que llevamos en vasijas de barro,
no se romperá. 
              
              ¡Cuida, Señor, nuestra arcilla!

sábado, 24 de diciembre de 2016

¡POR FAVOR!







Mi gatito y yo
os pedimos 
a todo el mundo
que seáis buenos,
para que vivamos en paz...
¡Por favor!

sábado, 17 de diciembre de 2016

EMMANUEL

…y le pondrá por nombre Emmanuel.
(Mt. 1, 18-24)



Con la disponibilidad de María,
 nuestro corazón vigila
para que no pases de largo.

Con la lealtad de José,
nuestra decisión es firme
para que te detengas a nuestro lado.

Con disponibilidad,
con lealtad,
nos plantamos a la espera.

No tardes, Emmanuel,
en  iluminar nuestro camino.
Apresúrate, Salvador,
que nos podemos cansar de esperar.

Ven, Señor.
Despierta  nuestro mundo del sueño ausente.
Que no se pierda en el bosque del olvido.
Allana sus altas cumbres que le impiden verte.

Ven ya.
Estamos  a la espera, Señor,
Dios-con-nosotros,
entre el gozo íntimo de María,
y la alegría silenciosa de José.

domingo, 11 de diciembre de 2016

¿A QUIÉN ESPERAMOS?

¿Eres tú el que ha de venir
 o tenemos que esperar a otro? (Mt..11, 2 -11)


Indudablemente,
tú, profeta de Galilea, no eras el esperado de las gentes.
No respondías a la expectativa mesiánica del colectivo judío.
Esperaban de ti un mesías, auténtico caudillo,
libertador del yugo romano.
restaurador del reino de Judá fenecido.

Indudablemente
ése no era tu destino.  

Tú,  profeta nazareno, irrumpiste en la historia humana,
lejos de esas glorias esperadas,
empeñado en tocar a los leprosos, publicanos y prostitutas,
contra toda ley,
para liberarlos de la exclusión encadenada.

Tú,
embarcado en dar luz a quienes te gritaban por ver,
obstinado en ofrecer camino a cuantos te solicitaban andar,
infatigable Tú, al lado de pobres y mendigos.

Fuiste tenaz  predicando el reino
que tu Padre ha querido,
distante de una religión instalada, rutinaria.

Tu precursor, Juan de Ain Karem,
certificó en su propia piel tu Buena Nueva
entre las rejas de Herodes,
no como caña sacudida por cualquier viento.

Indudablemente,
a ti, amado galileo, es a ti a quien sigue esperando
tu pueblo,
subyugado, aún hoy,  por  perversas promesas salvadoras.
Es  a ti a quien esperamos, como sangre que fluye
por las venas de nuestro corazón cautivo.

¡Ven, Señor Jesús! 

sábado, 3 de diciembre de 2016

DESIERTO

Una voz grita en el desierto...
(Mt..3, 1 -12)


Señor,  hazme escuchar la voz
que grita en el desierto…
 Ayúdame a ser yo mismo desierto de mi vida.

Porque
el desierto es silencio,
es paz interior, manantial
de solidaridad, oasis
donde florece el amor,
donde la Palabra definitiva
se encarna sin temor,
donde  los cactus del fanatismo y el orgullo,
del odio y el racismo,
del egoísmo y la indiferencia,
de la guerra y el terrorismo…
no tienen vivencia.

Porque
el desierto es el portavoz de la esperanza,
brisa del Señor
que amaina los revoltosos vientos.
Y,  en la debilidad humana,
es llamada amorosa
a enderezar las sendas.

Porque en el desierto,
en mi desierto,
mi alma se esponja con la gozosa
promesa:

           ¡Dios llega!