domingo, 17 de abril de 2016

Francisco en Lesbos

El papa Francisco ha viajado a la isla de Lesbos (Grecia) para denunciar el drama de los refugiados.  Su cercanía y solidaridad para con los miles de sirios, confinados en el centro de detención de Moria, es la imagen del buen Pastor de Nazaret  en busca de las ovejas, aunque no sean del mismo redil. Francisco no ha dejado de clamar contra la “globalización de la indiferencia” que sufren quienes, a causa de las guerras, la persecución o el hambre, tienen que dejar sus países y buscar paz, refugio, trabajo y pan al otro lado del mar y las alambradas… 


Es de esperar que su palabra y su testimonio no caigan en el vacío o no se estrellen una vez más contra “la globalización de la indiferencia” que viene denunciando desde su encuentro con los inmigrantes de Lampedusa, en Italia.  Constantemente, el papa lucha  contra la sordera y la ceguera de diplomáticos y políticos y, lo que es más grave aún, eclesiásticos, que no parecen tener un corazón humanitario. Los refugiados, ha dicho el papa, “están ahí, en las fronteras, sufriendo a cielo abierto, sin comida, porque hay muchas puertas y corazones cerrados".  Oremos, pues, y trabajemos para que su palabra no siga clamando en el desierto.

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