sábado, 19 de julio de 2014

HASTA LA SIEGA

Dejadlos crecer juntos hasta la siega.
(Mt. 13, 24-43)


Junto al lago, desde la barca,
la imagen de un Dios-sin-prisas,
en el correr de todos los tiempos...

Mientras,
el trigo presume bondad,
y la cizaña, en boca de la vaciedad humana,
concita toda complicidad con el mal…
(¡Hay que cortarla de inmediato,
por imperativos de la intolerancia, el fanatismo
o la impaciencia!)

¿Quién es el trigo para juzgar
la malicia de la cizaña,
cuando el Señor de las mieses,
ha derogado toda urgencia 
hasta la llegada de la siega?

El Sembrador apuesta, sí,  por el trigo;
pero la medida de su reto
está en el perdón y la gracia,
en clave desconcertante de paciencia,
de esperanza.
            ...

¡Cómo un trigo totalmente bueno, Señor,
puede condenar absolutamente a la cizaña,
si ésta en tus manos
ennoblece el mismo trigal!

¡Cuántas veces –ay- te hemos hecho
un Dios a nuestra medida,
para justificar las prisas de escardar la cizaña,
mucho antes de que granen las espigas!

Haznos, Señor, comprender,
desde tu barca,
junto al lago de tu verdad,
que en tu arada
¡todos somos un manojo de  trigo
y un manojo de cizaña!

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