sábado, 3 de mayo de 2014

ATARDECE

Quédate con nosotros porque atardece…
(Lc. 24, 13-35)


Se nos hace ya tarde. Y anochece en nuestro Emaús.
¡Noche fatigosa la de nuestra fe, Señor!
El escándalo de tu cruz
ha trastocado nuestras ilusiones
y el desencanto se apodera de nuestras esperanzas.

Nuestros pies no soportan la larga caminata de la vida,
nuestras dudas y temores se hacen eternos.
Solos, no somos más que torpes discípulos de un crucificado.
Y no alcanzamos a entender el valor revolucionario de tu testimonio.
De ahí, nuestras inquietudes y amargas desilusiones.

Sí, hemos tomado el camino equivocado
al atrincherarnos en el aislamiento de nuestros rezos,
en el abandono de la comunidad,
en la huida de toda búsqueda, en el olvido de tu palabra.
¡Qué torpeza la nuestra!

Gracias que en Emaús, Señor,
nos has despejado el camino…

Cuando se haga tarde y anochezca en nuestro corazón,
la escucha comunitaria de tu palabra
y el amor compartido en la fracción del pan
realizarán la experiencia de tu encuentro resucitador.
Entonces
se abrirán nuestros ojos para reconocerte.

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