sábado, 14 de diciembre de 2013

A QUIÉN ESPERAMOS


¿Eres tú el que ha de venir
o tenemos que esperar a otro?
(Mt..11, 2 -11)

Indudablemente,
tú, profeta de Galilea, no eras el esperado de las gentes.
No respondías a la expectativa mesiánica del colectivo judío.
Esperaban de ti un mesías, auténtico caudillo,
libertador del yugo romano.
restaurador del reino de Judá fenecido. 

Indudablemente
ése no era tu destino.   

Tú,  profeta nazareno,
irrumpiste en la historia humana,
lejos de esas glorias esperadas,
empeñado en tocar a los leprosos,
contra toda ley, para liberarlos de la exclusión encadenada. 

Tú,
embarcado en dar luz a quienes te gritaban por ver,
obstinado en ofrecer camino a cuantos te solicitaban andar,
infatigable Tú, al lado de pobres y mendigos. 

Fuiste tenaz  predicando el reino
que tu Padre ha querido,
distante de una religión instalada, rutinaria.  

Así, el Bautista aprendió la lección entre las rejas de Herodes,
en medio del sufrimiento,
como predicador de la verdad, tu precursor,
y no como una caña sacudida por cualquier viento… 

Indudablemente,
a ti, profeta de Nazareth,
es a ti a quien sigue esperando tu pueblo,
subyugado, aún hoy,  por  perversas promesas salvadoras.
Es  a ti a quien esperamos, como sangre que fluye
por las venas de nuestro corazón cautivo.

¡Ven, Señor Jesús!

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