sábado, 16 de noviembre de 2013

DISCERNIR


Cuidado que nadie os engañe.
(Lc.21, 5-19)

¿Cómo  es posible creer en Dios
en medio de terremotos, epidemias y hambre
en medio de odios, persecuciones y cárceles?
Y que todo eso  tenga que ocurrir, fatalmente… 

¿Es que Dios es dueño de crueldades?
¿Es que el mundo tiene que  tambalearse
irremisiblemente
a merced de todas las maldades,
cuando Él es el amigo de la vida y de la paz? 

Ante el muro de las lamentaciones
y la espesura de tanto derrumbamiento,
el ingrediente cristiano es la sensatez,
la cordura, el discernimiento. 

Saber discernir con la confianza
de que  ni un cabello de nuestras cabezas se perderá,
discernir,  teniendo por aval la palabra del Galileo,
discernir, incluso, cuando Él parece ocultarse
ante el panorama de tantas negruras...  

Ciertamente,
llenos de dificultades y luchas se tambalean nuestros pasos;
pero en el horizonte ya luce una nueva tierra
y un cielo nuevo,
gracias a que, muriendo en la cruz,
dominó para siempre a la misma muerte.

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