domingo, 24 de marzo de 2013

¿DERROTADO?


Os digo que si estos callan, gritarán las piedras.
(Lc.19, 28-40)

 

 

 
 
 
 
Maestro, has tenido el arrojo de  subir a Jerusalén,
y abrir la puerta que abre tu aparente derrota.
No entras con la ostentación de vencedor,
sino cabalgando sobre un borriquillo
en paz y júbilo,
a la cabeza de tus discípulos.  

Mantos por tierra y gritos en el aire...
Mientras,
de entre la gente,  la cizaña te ve derrotado.
Y hasta te exige silencio,
en un intento por desbaratar tus planes. 

Haciendo el bien,
recorriste Galilea, Samaria y Judea.
Y, sin embargo, un trágico final  te espera
desde el olivo hasta el madero,
en tu Ciudad Santa, ¡la cuna de la religión! 

Pero la derrota no es tu identidad. Las piedras
gritarían…
Tu sello es el cumplimiento de la gloria del Padre
que se desparrama entre el cielo y la tierra,
en favor de los derrotados y débiles de este mundo. 

¿Derrotado Tú, fiel nazareno?
Entra, sí, entra en Jerusalén
invictamente,
que en pocos días se rasgará su templo,
en el triunfo definitivo de tu amor.

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