sábado, 12 de enero de 2013

MIENTRAS ORABA

 Y, mientras oraba, se abrió el cielo….
(Lc. 3, 15-16.21-22)


Tú, Juan, bautizas, sí, con agua,
porque el Mesías es otro.
Pero tu gloria es darle paso a Él
y a su Buena Noticia.

Tú no te sentirás digno ante sus sandalias,
pero,  lo dijo Él, tú eres el mayor profeta nacido de mujer,
en medio de la expectación del pueblo.

En ese espacio
entre la oración y el desgarro del cielo
donde emerge el Espíritu,
tu presencia es presencia eficaz
en el camino nuevo de la revelación del Padre.

En la oración del Galileo, has visto abrirse el cielo,
y tú, Juan, puente de alianzas, has oído
identificarse Padre e Hijo, en unidad esencial.

Feliz tú, Bautista, que en el agua
testificas el humanismo de Dios,
como principio de nuestra dignidad humana.

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