sábado, 21 de enero de 2012

ENTRE LAS REDES

… estaban en la barca repasando las redes.  
(Mc. 1, 14-20)


             Me llamas, Señor, a seguirte
           como a Andrés y Simón,
           como a Santiago y Juan,
           ocupados entre las redes.

Me invitas a desandar caminos de apatías,
de vacilaciones,
de privilegios. Y me invitas
a asumir tu misión con dinamismo,
sin fantasías, sin seducciones
en las esquinas de mis egoísmos.

Me apremias a enrolarme en la tarea única del Reino,
pero sin permitirme instalarme en él,
más bien instándome a desenredarme de todo vasallaje.

Me ofreces, Maestro,
convertirme en discípulo tuyo
en estado puro, lejos de barcas y redes,
lejos de los ruidos amantes del corazón.

No me prometes un camino de rosas,
ni la adhesión a una doctrina efímera y alucinante.
Me ofreces radicalizarme
en una comunidad de hermanos entroncada
en esa novedad de gozo pascual  
que es tu persona.

Pero…
La espesura de fugaces ocupaciones,
la maraña del poder, del dinero, de  los prestigios,  
me impide seguirte a Ti, Señor,
que pasas junto al lago de mi vida.

Suene tu nueva llamada en mi Genesaret,
pues  ya se ha cumplido el plazo.
Ya has inaugurado una era nueva,
aliada con la alegría y la confianza de tu nuevo proyecto
de mundo mejor.

¡Ésta es mi buena noticia!
Aquí estoy, Señor, cambia el rumbo de mis redes.

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