jueves, 22 de septiembre de 2011

Piedra y llaves


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                                     PIEDRA Y LLAVES




Y sobre esta piedra...
Te daré las llaves…
(Mt. 16, 13-20)


Cefas,  apóstol,  una vez más te has lanzado
a conquistar el corazón del Maestro.
con la precisión de arquero:
“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Y por eso, en adelante, eres Pedro, es decir piedra.
En medio de la pluralidad del grupo nazareno
tu confesión de fe en el Mesías
ha dado en la diana del corazón del Maestro.
Y por eso,  Pedro, en adelante portarás las llaves del reino.

Negaste al galileo, tu Señor,
al calor del brasero traidor;  
pero tu investidura pétrea se reforzó
sin triunfalismo, al pie de la cruz
y en la diversidad conciliar de Jerusalén.
Y por eso, en adelante, eres piedra fundacional.

Al sondeo de Jesús,
te has arrojado a tumba abierta
manteniendo la comunión fraternal,
que más tarde sellarías con tu sangre.

Qué pena, Pedro,  que tu confesión
y la promesa del Maestro
se hayan convertido en propiedad institucional.

La piedra y las llaves mesiánicas
han reemplazado al mismo Mesías,
desnaturalizando el evangelio
de los pobres y oprimidos.

La piedra y las llaves mesiánicas son hoy,
con frecuencia,
discordia,  miedos, condenas
de una Iglesia enmohecida, perdida en los inciensos.

Provócanos, Pedro, como en Cesarea de Filipo,
sobre nuestra tierra pagana, herencia de los siglos.
Y enséñanos a permanecer fieles sin evasivas,
a la verdad del Maestro.

Sólo entonces, sabremos responder,
con la audacia de tu fe, a la pregunta del Señor:
                                        “¿quién decís que soy Yo?

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